jueves, 14 de enero de 2016

ATENDIENDO A LA DIVERSIDAD EN LAS CLASES COLECTIVAS DE INSTRUMENTO

Ya he utilizado en otras ocasiones un artículo de Tomás Marco en el que se quejaba de que todos los músicos profesionales que logramos formar en los Conservatorios son tan homogéneos que es difícil diferenciar el sonido de las orquestas sinfónicas de todo el mundo. Esto permite asegurar que la palabra diversidad no es algo que guste mucho en los Conservatorios.
Sin embargo, es de los lugares que, sin tener una preparación específica para atender a la hetereogeneidad de un grupo se puede lograr adaptarse a las expectativas, niveles o aptitudes de cada alumno/a por el simple hecho que la mayoría de las clases son de carácter individual: un/a profesor/a - un/a alumno/a.
Todo ello se complica cuando tenemos en el aula alumnado hetereogéneo, en el que cada uno/a necesita una formación diversa compartiendo tiempo y espacio. En esa situación se sienten legitimados para afirmar tajantemente que es imposible dar clase de instrumento con un grupo de tres niños y niñas hetereogéneo; y de ahí se desemboca en la defensa de la clase individual como el único modelo válido en la enseñanza musical, ya que es el que se ha usado toda la vida.
Sin embargo, cada vez me doy cuenta que existe un camino trazado por el mejor profesorado que hay en nuestras aulas que comienza en la defensa de lo individual (1:1) para posteriormente pasar a la aceptación de la clase colectiva 3:1 en los primeros años, siempre y cuando se trate de alumnado homogéneo. Después comienzan a no querer perder los beneficios de la clase colectiva y lo van ampliando a cursos posteriores. El inconveniente de convivir con niveles hetereogéneos se superan con cambios en la metodología utilizada en los últimos siglos. Y así avanzan explorando nuevas fórmulas que terminan desembocando en clase abiertas, sin horarios fijos, con alumnado de diferentes cursos tocando juntos, con aprendizaje cooperativo y con unos resultados (si el servicio de inspección no lo detecta) espectaculares.


Para seguir esta especie de "camino hacia la iluminación" es recomendable tener en cuenta los siguientes principios:
1. Es antinatural encerrar en una habitación a un niño/a de 8 años con un señor/a mayor para dar clase; a los niño/as les gusta estar con los de su edad, la motivación para asistir a clase no suele ser el profesor/a sino sus compañero/as.
2. Hacer grupo es fundamental para crear una identificación con el instrumento o con la actividad; si el alumnado se siente identificado con ello podrá superar las múltiples crisis que tendrá a lo largo de sus estudios, ya que el instrumento vendrá asociado a una serie de valores positivos que no querrá abandonar: su grupo de amigo/as, el ambiente del aula, las actividades que desarrollen, etc...
3. El profesorado de instrumento tiene el oído suficiente como para escuchar quién está haciéndolo bien y quién no en una interpretación al unísono o a diferentes voces. Existen técnicas para que también el alumnado se de cuenta de qué hace bien y qué puede mejorar sin necesidad de someterlo a una ejecución en solitario cuando aún no está cómodo en esta situación. A un profesional (al menos del viento y percusión) le parece normal que un director le haga tocar un pasaje sólo y le de indicaciones sobre su ejecución, sin embargo, esta situación para un alumno/a puede ser el principio de la escalera que termina en el miedo escénico. Ese " a ver, tú solo" no es tan inofensivo como pensamos, al menos hasta que logremos crear un clima de confianza en el que el error no es más que una parte del aprendizaje.
4. No todas las voces para conjuntos del mismo instrumento tienen el mismo nivel de dificultad, y en caso de tenerlo, para eso están los editores de partituras, para hacer arreglos a la medida del nivel de quien va a tocar cada voz; así, alumnado de diferentes niveles puede estar tocando una misma obra.
5. Si tengo 4 alumno/as de un mismo curso o nivel a quien debo hacer una explicación sobre algún aspecto técnico, es mejor reunir a todo ese alumnado y hacerlo una sola vez, liberando tiempo para otros aspectos que tenga que hacer de manera individual.
6. No hay que subestimar las posibilidades del aprendizaje cooperativo. En determinados instrumentos es importante que el alumnado tenga una referencia de afinación, calidad de sonido, potencia, etc.. de alguien de mayor nivel, normalmente es el/la profesor/a, pero pueden ser también los compañero/as.

Tengo recuerdos muy diferentes de las clases en las que mi profesor se sentaba en el aula y me pedía que iniciara la ejecución de lo que había estudiado, yo iba percibiendo su desaprobación por las cosas que estaba haciendo mal y rezaba para que lo antes posible cortara la ejecución y comenzáramos a trabajar pasajes donde estaban los problemas; el recuerdo no es grato. Sin embargo, recuerdo los cursillos con mi maestro Menghini, con las clases llenas, una tocando una sonata, otro haciendo el bajo continuo, varios haciendo cañas y el maestro corrigiéndonos a todos y cada uno de nosotros en positivo...Ahora con el tiempo me doy cuenta de que, si no fuera por la suerte de haber disfrutado mucho del segundo modelo seguramente hubiera terminado abandonando los estudios musicales.

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